Parte II) Los años 20: qué pienso que debemos esperar de la nueva década.
29 de Marzo 2020, by Pau
El 13 de enero publiqué la primera parte de este grupo de posts dedicados a la década presente, los años 20, intentando predecir lo que podía suceder con más probabilidad hasta 2030. Sólo dos meses después parece increíble cómo puede cambiar la perspectiva de una misma lectura en función del momento en que nos encontramos. En marzo ha estallado la crisis del Covid 19 y todo parece distinto, aunque no lo es. Como tenía todas las notas ya escritas he decido mantener el texto original sin incidir en el momento presente, manteniendo la perspectiva a medio largo plazo, y sin dejarme llevar por los miedos e incertidumbres presentes que seguramente vendrían acompañados de muchos sesgos. Simplemente añadiré de antemano que los eventos de esta índole, cómo la crisis que estamos viviendo, tienden a acelerar la historia; aun así, sucederá lo mismo que estaba previsto que ocurriera, pero más rápido y con más fuerza. Me reafirmo pues, con la información que ya tenemos hoy, que estos años son el punto de inflexión hacia algo nuevo por los mismos motivos que ya pensaba y se reflejan en esta crisis claramente.
Continuo con mi análisis inicial:
- Educación
A nadie se le escapa que el mundo actual se mueve a tal velocidad que estar actualizado en varias materias resulta casi imposible. Los más aventajados siguen rezagados a cierta distancia las evoluciones en un campo en concreto, y la mayoría de los mortales se actualizan periódicamente con píldoras incrementales que les ayudan a no parecer completos iliteratos y/o a seguir conceptos con ciertas lecturas de mantenimiento. La educación, además, ha perdido sus connotaciones infantiles o juveniles y ha pasado a ser un término genérico aplicado a cualquier franja de edad. Aun así, las diferencias entre los dos bloques deberán mantenerse dado a los requerimientos intrínsicamente distintos fundamentados en la edad y la madurez de las personas.
Si pienso en la primera franja de edad, la infantil o juvenil, me imagino el aprendizaje completamente al revés de cómo es en la actualidad. Hoy los conceptos se dan en clase y en casa se hacen los deberes de forma individual, dónde a menudo se requiere de la ayuda de los padres o profesores de refuerzo para hacer frente a las dudas. En un futuro los conceptos se darán en casa, o a tiempo parcial en la escuela, con aprendizajes multimedia y preguntas de comprensión básicas, relegando los deberes en clase dónde el profesor podrá discutir los contenidos aprendidos, fomentar un dialogo crítico sobre lo visionado o leído y responder todas las dudas de los alumnos. La información no es algo que se explica si no que se adquiere fácilmente con el nivel de detalle que uno desee y al ritmo que sus capacidades le permitan. Es la discusión crítica, la resolución de dudas o el cuestionamiento de la información lo que se discute y se contrasta en persona con la ayuda de un profesional en la materia: el profesor. Si piensan que las ciencias, o los problemas de matemáticas, no podrán aprenderse de esta forma, les recomiendo que entren en la web de Khan Academy y hagan alguna de sus clases. Por el contrario, sí pienso que la educación para los más pequeños donde aprender a leer, escribir, y desarrollar capacidades básicas es fundamental, permanecerá más o menos igual con el único revulsivo la formación por proyectos que se entremezclará en todos los puntos mencionados anteriormente. Los “soft skills” tan necesarios en un mundo cambiante; como el saber relacionarse y trabajar en equipo, exponer en público, cuestionar y absorber información, tener creatividad y pensar “out of the box” serán aprendidos en proyectos que al mismo tiempo pretenden fomentar la motivación de los alumnos al ver aplicaciones in situ de lo que acaban de aprender. Personalmente pienso que el éxito de esta transición reside en la capacidad y esfuerzo personal del profesorado en prepararse para estos nuevos conceptos sin los soportes y recursos necesarios que hoy no están. La teoría es clara, pero en la práctica faltan herramientas. Esta década será la de sus sacrificios hasta que la educación digital y los Departamentos de Educación de los países se profesionalicen y lleguen a darles recursos para abordar la personalización, monitorización e ideas lectivas frescas para que la nueva educación sea una realidad. Libros o pizarras digitales, cámaras en clase u otras innovaciones no servirán de nada sin un approach integral pensado para transformar y personalizar la educación en la era de la información, los datos, la automatización e interconexión de todo.
La educación para adultos ha hecho su eclosión definitiva en los últimos años; a los grandes másteres presenciales de Escuelas de Negocios no sólo le han acompañado las páginas especializadas en MOOCs como Coursera o Udemy, sino que a principios de los 2000 empezaron a surgir las primeras titulaciones hibridas, presencial y online, como la de la University of Phoenix, hasta llegar a titulaciones 100% online en la siguiente década como la iniciativa HBX de la Harvard Business School entre otras universidades de la prestigiosa Ivy League. El prestigio que ha ganado la educación online en los últimos tiempos es impresionante y precisamente es esto, ”prestigio”, el tablero dónde se jugará la partida de la educación en esta década. Me imagino que todo tipo de instituciones sacarán sus cursos online; Udemy democratizará las plataformas dónde una persona con un móvil puede colgar sus clases, y cobrar por ello, y miles de formatos híbridos surgirán de escuelas y academias en todo el planeta. Aquellos skills novedosos que se requieran rápidamente serán cubiertos por videos o cursos breves de instituciones y organizaciones más informales, como academias con títulos propios o iniciativas sociales con grupos de amigos que crearan “hackáthones” educativos de fines de semana para aprender sobre algo y poder retroalimentarse. El dilema será cómo demostramos y justificamos que poseemos unos soft o hard skills en un mundo donde muchos tendrán miles de “cursillos” aprendidos en multitud de plataformas a lo largo de los años. Cuando hoy en día analizo un CV físico o miro una página de Linkedin para analizar un perfil concreto, tropiezo con multitud de estos cursos y pienso cómo pueden impactar en los conocimientos del candidato, divago entre formaciones que desconocía impartidas por organizaciones con siglas que también desconozco, incluso presenciales, y que presumo caras cuando investigo en sus webs. En esta amalgama formativa sólo puedo visualizar dos escenarios: los autónomos que trabajaran por proyectos les darán igual quién lo imparta siempre y cuando les proporcionen los conocimientos para poder entregar sus proyectos a sus clientes con el nivel de servicio adecuado. Y los contratadores, por el contrario, buscarán marcas de referencia, faros educativos, que les garanticen un cierto nivel intentando buscar pruebas fehacientes de los conocimientos que se requieran para la posición a ocupar. En conclusión, los CV irán dando paso a webs o plataformas de presentación que demuestren al contratador las experiencias pasadas que fomentan las capacidades futuras (al estilo de las webs de los arquitectos o los directores de audiovisuales a día de hoy mostrando sus productos finales).
Gastarse miles de euros en una universidad irreconocible dentro este panorama tendrá muy poco sentido al no tener un ROI claro, y veremos cómo esta clase media de Instituciones tenderá a desaparecer al no poder argumentar unos precios que no lo justifican. De esta forma visualizo una educación muy polarizada, dónde la gente aspirará a tener un título de prestigio, si pueden acceder a ellos, completado por miles de “mini-cursos” que le complementen sus necesidades formativas sin importar el dónde y el cómo. Mi consejo: no se gasten mucho dinero en Universidades que prometan cosas que no pueden cumplir a unos precios fuera del nuevo mercado. En el retentivo de los futuros empleadores habrá espacio para pocas instituciones, pero usted podrá adquirir, demostrar sus capacidades, y ofrecer sus servicios por medio de muchas plataformas que hoy todavía no existen.
- Ocio
Oímos cada día que la sociedad actual es la del ocio, que nunca habíamos tenido tanto tiempo disponible como seres humanos y que, en un futuro, una vez liberados del trabajo más tedioso que harán las máquinas y algoritmos, los seres humanos nos dedicaremos a hacer aquellos que nos gusta, lo que nos inspira y motiva. Modelos y teorías económicas aparate, a nadie se le escapa que muchas de las actividades que lo consiguen son las más creativas y sociales: la música, la lectura, escritura, pintura, creación audiovisual, el deporte, el contacto con la naturaleza o las actividades en comunidad que nos hacen sentir conectados. Si los trabajos arduos, repetitivos y que requieren más esfuerzo lo hacen las máquinas, a los humanos nos tocará realizar la parte que ellas no puedan hacer, las más “humanas”, y nos dejarán más tiempo para ello. Por este motivo creo que progresivamente la humanidad dividirá sus esfuerzos en dos grandes funciones básicas, como nuestro cerebro; en primer lugar un sistema límbico, la parte más animal que funciona en modo automático; no pensamos en respirar cada segundo, ni en reaccionar ante una amenaza, o estar atento a nuestro alrededor de forma constante; lo hace él por nosotros. Creo que este será el papel de las máquinas: realizar todos los servicios que necesitamos para que nuestras sociedades funcionen casi de forma automática. La producción, recolección, servicios, entrega, limpieza y mantenimiento de nuestra vida lo harán ellas dejándonos a nosotros la parte menos “esencial” focalizada en lóbulo prefrontal, la segunda gran función: la creación, relación entre humanos y la naturaleza, pensar conceptos etéreos, innovar, y conectar un mundo más abstracto con el fisico que nos enriquece y nos autorrealiza para continuar avanzando como sociedad. Creo que veremos cada vez más esta separación, donde el ocio y el trabajo se irán fundiendo para muchos en una misma entidad donde se ganarán también la vida (o un sobresueldo a la renta básica universal), y el resto dedicarán sus horas de trabajo en poner a punto el sistema límbico global y automatizarlo todo para disfrutar de un ocio progresivamente mayor y más adaptado a sus necesidades individuales en horarios cada vez más flexibles. Ir al cine, al gimnasio, a un concierto o a un evento deportivo parecerá cada vez más extraño porque experiencias similares estarán a nuestra disposición en casa, más y mejor conectados con nuestros amigos y familiares mediante tecnología, y en unos horarios que se combinen con nuestros trabajos “límbicos” flexibles (aquellos que todavía lo tengan). Sólo las experiencias “brutales y dramáticas”, aquellas imposibles de conseguir en nuestras casas, serán las que nos harán movernos y agregarnos en un lugar concreto pagando una suma importante de dinero. Viajar y estar en contacto con la naturaleza serán las actividades más comunes en nuestros años sabáticos y la conexión 24×7 con nuestro entorno será constante y universal mientras lo hacemos. Por último, imagino un concepto nuevo de “educación recreativa” al estilo de las Universidades para gente mayor actual. Desligados del yugo de un trabajo, con una subsistencia garantizada, estamos creando ya foros de formación sin ningún fin más que aprender, compartir y debatir; al estilo que los ejercicios de dialéctica que se hacía en algunos cafés en los s.XVIII, s.XIX.; pero en comunidades hibridas entre un mundo real y virtual. No lo veremos esta década con total seguridad de forma completa, pero avanzaremos hacía ello en todos los frentes mencionados. Creo que cada vez más que mucha gente se quedará desposicionada a nivel laboral y recreativo en esta transición; no sabrán qué hacer con tanto ocio y sus trabajos en el mundo límbico se los habrán comido las máquinas. Estoy convencido que en esta década veremos mucha gente que quiere de vuelta sus trabajos rutinarios para sentirse bien y cumplir con su código moral, mientras se aburren de tanto ocio y piensan que tienen que hacer algo “útil”. En sentido opuesto veremos “centenialls” absorbidos en un mundo de ocio y creatividad, buscando oportunidades laborales en él, y pensando que trabajar al estilo clásico en un centro productivo, logístico o atendiendo la barra de un bar, es una pérdida de tiempo sin sentido. La transición ya ha empezado.
- Finanzas personales y preparación financiera
Si todo dato es registrado, si la gran mayoría de transacciones se hacen por medios electrónicos y nuestro dinero es inmaterial, un simple apunte en un “ledger” virtual, es cuestión de tiempo que quien no tenga nada que esconder vaya hacía unas finanzas completamente en la nube. Toda su economía será recopilada de forma relativamente fácil y perfectamente detallada para que un algoritmo le haga un diagnóstico claro en función de unos parámetros de entrada. A menudo me sorprendo cuando alguno de los bancos con los que trabajo identifican una partida de gasto perfectamente cuyo nombre o características eran extremadamente ambiguas. ¿Está así de avanzado ya? me pregunto cuando lo analizo. Por extensión estoy seguro de que sus sistemas de IA relacionan todos mis ingresos, gastos, pasivos y activos y hacen un perfil claro de mis capacidades financieras. Algunas Fintech y players tradicionales ya van más allá y ofrecen una agrupación de cuentas de distintos operadores, tipifican los gastos agrupados y separan los ahorros por partidas en caso de tenerlos y haber decidido sus finalidades últimas. También existen miles de vehículos de inversión que siguiendo unos parámetros definidos, invierten en los mercados financieros de forma automática con miles de operaciones diarias basadas en stoppers y transacciones a muy bajo coste: los finbots. Los primeros fueron seguidores de la gestión pasiva y John Bogle, pero si la mayoría de los informes financieros de las agencias de rating los realizan algoritmos que saben calcular los ratios que les indican y redactar un informe completo, se puede imaginar que los algoritmos llegaran a analizar todo tipo de balances y estrategias para ser el único trader de productos financieros mundiales. Estas reflexiones me llevan a inferir que la contabilidad personal desparecerá y no será necesaria para nada, simplemente necesitaremos una estrategia clara, una brújula de hacia dónde queremos ir (podremos continuar buscando asesoría externa en este punto), para poder introducir unos parámetros y hacer que nuestras finanzas funcionen solas dándonos órdenes en forma de alarmas y pop ups para cumplir y ejecutar lo que les hemos introducido, nuestras propias directrices en momentos pasados supuestamente de lucidez.
Si en un futuro quiero comprar una casa le podría indicar a mi gestor virtual que quiero un perfil concreto de residencia, en un barrio concreto, de una ciudad concreta. Mi financiero virtual me analizará los precios de las casas en la ubicación que le he marcado de las webs inmobiliarias, lo contrastará con las transacciones realizadas en los entes públicos, y analizará los ratios necesarios para comprarla de forma segura dándome recomendaciones de lo que debo ahorrar mensualmente y el horizonte para hacerlo. Una vez introducida la orden, me apartaría el dinero automáticamente de mi cuenta dándome opciones para invertirlo en plazos cortos antes de la compra y, llegado el momento, con el dinero necesario para afrontar la compra de forma sana, me ofrecerá las viviendas que están en el mercado y entran en los parámetros, juntamente con las hipotecas disponibles por el importe restante después de impuestos. Todo calculado a tiempo real. Sólo tendría que elegir la vivienda que me encaja después de visitarla y la hipoteca que se ajuste más a mi realidad cuando sea el momento. De la misma forma veo cualquier inversión, introduciremos unos parámetros alineados con nuestra vida, y elegiremos las opciones con un criterio determinado todavía subjetivo o externo, aunque habrá también ratios de valoración para elegir mejor; planes de pensiones, compra de activos de cierta envergadura, ahorro para imprevistos, etc. entrarían en esta tesitura. La cultura del dato deriva en una cultura del ratio, y ésta puede hacerse tan compleja y perfeccionada como queremos; nosotros sólo deberemos estar formados para definir lo que queremos de una forma sensata y estar dispuestos a confiar y no ser negacionistas ante evaluaciones automáticas. Con esta automatización de los procesos veremos como muchas ineficiencias actuales, de intermediación, asimetría de información y pseudo-arbitraje interesado, desaparecer mediante la transparencia e interconexión de sistemas, y por suerte el ciudadano de a pie, éste se verá beneficiado de una mayor gestión casi pasiva de la totalidad de sus finanzas. En este punto, sí veo que en un medio plazo se llegará a un cierto perfeccionamiento dentro de esta década.
Me gustaría terminar este post indicando que la lucha contra la emergencia climática es el principal reto al que se enfrenta nuestra generación, el principal problema que tenemos que resolver como especie y al que debemos priorizar y subyacer cualquier decisión englobada en los grupos que he descrito. Aunque mientras reviso estas líneas estamos en medio de una pandemia mundial, pienso que será un riesgo temporal que a medio plazo será controlado y obviado como riesgos sistémicos de nuestra generación. No dejemos que los árboles no nos dejen ver el bosque…