Ser despiadadamente honesto y poner las bases para el optimismo

1 de Mayo 2020, by Pau

Siento ser un agorero en tiempos del “todo va a salir bien”, pero cada vez que leo esta frase en una red social a modo de mantra me resulta inquietante. Quiero pensar que quieren indicar que esta pandemia tendrá un final, saldremos a la calle y muy poco a poco todo se normalizará… Lo único que sabemos SEGURO es que las pandemias son temporales, siempre las ha habido, y con muchos menos recursos médicos y económicos, han finalizado. Sin embargo, cuando se pronuncia esta frase tiendo a pensar que es un canto a una sociedad paternalista, débil moralmente para afrontar verdades incómodas, que proclama frases vacías para que nos sintamos mejor de forma temporal aunque estemos gritando una gran mentira. Son los like del Facebook, gratificación instantánea, muchas veces vacíos y sin un sentido real. “Todo va a salir bien” nos lo decían nuestras madres cuando teníamos algún problema, y si nos reconfortaba, era porque ella se responsabilizaba y tenía la capacidad que así fuera. La realidad es que entrada la madurez, no podemos externalizar el problema y debemos empezar a tomar cartas en el asunto de forma individual y colectiva. La pandemia se acabará algún día en los próximos meses, pero NO todo va a salir bien. De hecho, todos podemos perder muchas «plumas” y es necesario estar preparados moralmente, ser flexibles y tener planes de acción alternativos en función de los escenarios posibles, los famosos planes B (incluso Cs o Ds).

El título de este post proviene del libro “Good to Great” de Jim Collins donde se explica la “paradoja de Stockdale”. El almirante James Stockdale fue un oficial de alto rango de la marina estadounidense que participo en la Guerra del Vietnam y fue tomado como rehén durante siete años en ese país, siendo el prisionero de guerra de más alto rango capturado. Durante este periodo horripilante fue torturado reiteradamente sin ningún motivo para pensar que saldría vivo de allí, pero creó un pensamiento que le ayudo a travesar este tiempo difícil y lo explicó en sus vivencias al resto del mundo cuando fue rescatado: “Nunca se debe confundir la fe en que uno mismo prevalecerá, que no podemos permitirnos perder nunca, con la disciplina de afrontar los hechos más brutales de la realidad actual, sean cuales sean”. Ante la pregunta de quienes no sobrevivieron la respuesta fue: “Los optimistas. Los optimistas decían -en Navidad estaremos fuera-, y la Navidad llegaba y pasaba, entonces decían -para Pascua estaremos fuera- y Pascua llegaba y pasaba; y entonces decían -para el día de Acción de Gracias…- y volvía a ser Navidad otra vez y se morían porque se les partía el corazón”. Su conclusión, “demasiado optimismo puede llevarte a la decepción con mayor frecuencia, y en extremos opuestos, tu esfuerzo actual y persistente no garantiza tu futuro, pero depende de éste para alcanzarlo”. Ser despiadadamente honestos y poner las bases para el optimismo. Algunos habrán visto en estas frases rasgos “del trozo de pan” en el bolsillo de Victor Frankl en Auschwitz; buscar la esperanza y sensación de control en un entorno despiadado de realidad, pero me gustaría enfocarlo hacía los falsos optimismos. Personalmente creo y me gusta rodearme de gente optimista; el mundo se mueve gracias a la gente con ganas de asumir riesgos con espíritu positivo, pero la autoayuda mal entendida y muchos “gurús” de la psicología han querido vender que sólo con visualizar lo positivo esto ocurre. No he leído nunca una crónica de los supervivientes de los campos de concentración donde alguien dijera “todo va a salir bien” y se quedara tan tranquilo. Sabían que eso no iba a ocurrir a menos que otras cosas sucedieran. Por este motivo creo que debemos parar de “desear” y empezar a poner las bases que garanticen un futuro mejor. Ser optimista SÍ, pero con un buen plan de acción. Creer en las “magic bullets” o tener bias mentales falsamente positivos de la situación actual conduce a hacer malos diagnósticos, y por extensión, un mal diagnóstico resulta en un mal plan de acción, y un mal plan de acción en una situación crítica conduce al desastre. Ser despiadadamente honestos y poner las bases para el optimismo… o buscar el equilibro entre realismo, optimismo y acción.

Les cuento un ejemplo de que es ser despiadadamente honesto para mí. En estos próximos meses de desconfinamiento/reapertura usted y muchos de los familiares y amigos más cercanos pueden morir. Sabemos que el Covid-19 afecta a todas las franjas de población y que hay ciertas condiciones o predisposiciones genéticas que favorecen su avance en un organismo indistintamente de la edad o sexo. Aun así, tenemos ya algunos datos más o menos precisos: el rango de muertes se sitúa en algún lugar indeterminado de entre 0,3%-2% de la población afectada (una ratio baja, independientemente del número verdaderamente real), es particularmente virulento en franjas de edad de +65 años, hay más probabilidad de morir siendo hombre que mujer, la obesidad, diabetes, hipertensión, las enfermedades inmunodespresivas y vivir en una zona de más polución contribuye a tener mayores probabilidades de morir en caso de estar afectado. Dicho esto, y sin ser médico ni entender mucho de medicina, infiero: si es una enfermedad del sistema respiratorio con afectación posible al sistema coronario lo lógico sería no fumar, controlar la tensión arterial y la dieta (por ejemplo, el consumo de sal y el colesterol), vigilar su peso, hacer ejercicio aeróbico para aumentar la capacidad pulmonar y frecuentar zonas con aire puro si se tiene la oportunidad. Si usted se encuentra dentro la franja de más riesgo haga un plan detallado de cómo será su vida en los próximos 6-12 meses para evitar el contacto masivo con personas y asegurar un correcto aislamiento: métodos de protección que deberá comprar y/o llevar, actividades que no podrá hacer, actividades que deberá modificar y protocolos de salud que deberá ejercer para minimizar al máximo los posibles riesgos. Haga un testamento, prepare sus “últimas voluntades” y transmita lo que quiera transmitir antes de una hipotética eventualidad fatal. Desear que “todo va a salir bien” y no hacer nada puede llevarle a la muerte sin estar preparado. De lo contrario, siendo consciente de los riesgos y poniendo un plan de acción claro, y dada la incidencia baja de esta enfermedad y unos hospitales presumiblemente menos colapsados, podríamos ser optimistas o muy optimistas y pensar que dentro unos meses la mayoría continuaremos estando vivos. Ser despiadadamente honestos y poner las bases para el optimismo…

Continuo con algunos ejemplos más y algunas ideas. Supongo que a nadie hoy en día se le escapa que no habrá vuelta a la “normalidad” tal y como lo entendíamos, al menos en el corto plazo. Quienes puedan volver a sus trabajos deberán tener en cuenta los factores mencionados en el punto anterior a nivel personal, y además, las empresas y los Gobiernos de todo tipo y color harán lo mismo velando por la seguridad grupal de sus miembros. Más controles, protocolos obligatorios, redistribución de los espacios públicos, la gestión y establecimiento de turnos, franjas horarias para realizar actividades concretas, instrucciones de vestuario o indumentaria definidas, prohibición de actividades o modificación de sus funciones pueden ser parte de lo que tengamos que realizar en los próximos meses. Otros, los menos afortunados, verán como el miedo ahora y la realidad después, harán que prescindan de sus servicios y se verán forzados a una etapa de reconversión en medio de un entorno hostil. ¿Ha pensado que alguna de estas cosas le va a ocurrir a usted casi seguro? ¿Ha estado diseñando las últimas semanas como será su futuro ante estas restricciones o cambios? Si la respuesta es NO, empiece a poner las bases para poder ser optimistas en un período complejo. Si tiene un negocio de cara el público debería estar pensando la configuración del negocio, como generar seguridad y confort en el nuevo espacio reconvertido y como deberá alterar los procesos actuales para que sean “óptimos” en este nuevo paradigma temporal. Aun así, piense que su demanda bajará por la falta de consumo y la capacidad de su negocio se verá reducida entre 1/3 y el 50% por los condicionantes impuestos. Ante este escenario “cash is king” (como siempre, pero ahora más). Piense como aguantar con el dinero disponible el próximo año, renegocie todo coste fijo, plantéese cualquier inversión no imprescindible, no pierde el alma ni sus valores en el proceso porque habrá día después y piense como “mover” su negocio hacia otros canales más tolerantes con el virus (hablaré más sobre ello). Aquellas personas que vean su puesto peligrar deberían estar repensando su perfil y sus capacidades, qué competencias les ayudarán a encontrar su nuevo trabajo, cómo conseguirlas y donde se encuentran las empresas que podrán ofrecerle esta nueva oportunidad para poder promocionarse ante ellas lo antes posible. Sé que éstos son ejercicios complejos, pero deben hacerse rápido y ágilmente ya que la situación puede deteriorarse rápidamente ante las incertidumbres que nos invaden y los posibles futuros.

Personalmente creo que hay tres líneas de acción que deberíamos explorar ante esta realidad que nos acompañará, en más o menos intensidad, durante todo el 2020 e inicios del 2021. Algunos han nombrado esta “normalidad” de una forma muy explícita: “la era dónde la suscripción a Netflix vale más que un barril de petróleo”. Mis tres líneas de exploración para poner las bases del optimismo son las siguientes: opticanalidad, trabajo líquido y modo “innovación”. Me explico:

Opticanalidad: son unos pocos aventajados los que llevaban tiempo trabajando en múltiples canales y tenían experiencia en entender sus particularidades y las posibles sinergias entre ellos. Online o tienda física, B2B o B2C, Horeca o Retail, sector público o privado; éstas eran múltiples decisiones que en el mundo pre2008 parecían muy razonables pero que hace más de una década que parecen diluirse. Mire las empresas más exitosas a su alrededor; Amazon nació en el mundo digital para el consumidor de libros y ya vende en tiendas físicas (Amazon Go), supermercados físicos (WholeFoods), tiendas de tiendas (Amazon Marketplace), tiendas para negocios B2B (Amazon Business) o productos farmacéuticos (PillPack), todo esto aprovechando sus ventajas competitivas: su web, su logística, su talento y su nube. Analicen el negocio del Grupo Inditex y verán que usted puede comprar en su web y devolverlo en una tienda física sin problemas. O probarse una prenda en una tienda física y cómprala online para no tener que cargarla hasta su domicilio, son una máquina logística bien engrasada y aprovechan estas capacidades para fusionar dos canales que ya son uno (incluso son mejores proveyendo mascarillas que algún Gobierno). Nuestro mundo es multicanal y las empresas deben serlo para moverse allí donde están sus consumidores; ahora mismo en casa encerrados, y en un futuro temerosos de las aglomeraciones y de estar mucho tiempo en espacios cerrados. Puede que le parezca imposible construir esto, pero pienso simplemente en un restaurante que me gusta; su capacidad de comensales se verá mermada pero su cocina seguramente no. Si acudía relativamente a menudo es porque tienen algún plato que me entusiasmaba, no porque el espacio fuera único aunque éste contribuía a una mejor experiencia. Analice detenidamente cuál es la ventaja competitiva de su negocio, ni que sean unos canelones de la abuela irreproducibles en casa…. Si este restaurante abre otro “canal”, llámese un número de teléfono y una ventanilla al estilo McAuto para que pueda recoger y pagar de forma ágil y sin esperas, y el transporte de la comida hasta mi domicilio es seguro y conserva sus propiedades, seguramente repetiré al mismo ritmo que lo había hecho hasta ahora. Es una forma de compensar sus ventas. Estos días de confinamiento las opciones en casa se han limitado las empresas más especialistas o algunos “pocos” que utilizan plataformas como Just Eat, Glovo o Uber eat. Me ha sorprendido muchísimo no encontrar muchas más opciones que de normal ante esta situación dramática para ellos. Una web o un ecommerce propio pueden parecer la solución obvia (muchos saben el esfuerzo y coste ingente que supone generar tráfico, adquirir clientes y fidelizarlos y por eso pienso que es mejor utilizar plataformas que ya lo tengan), pero también el boca-oreja creado con los años, la clientela habitual del pequeño comercio tiene que ser capaz de encontrar “alternativas” fáciles para que puedan consumirles a pesar de las restricciones. Piense que valoran de usted sus clientes e intente ofrecerlo allí donde estén, donde consuman, donde elijan y, sobre todo, sean creativos para hacerles la vida fácil. La alternativa ya la conocen: Amazon, Netflix y Domino’s Pizza.

Trabajo líquido: con permiso de Zygmunt Bauman, le presto el concepto para explicar que una mesa y una silla concreta, en un edificio concreto, de una ciudad concreta no es un puesto de trabajo. Lo era en el pasado, en el presente son simplemente una silla y una mesa que no pertenecen a nadie y tienen las funciones que uno le quiera dar; desde que dibuje un niño que está de paso mientras espera a su padre, hasta que se haga una reunión sobre el futuro de la empresa. Tampoco un móvil o un ordenador portátil tampoco definen el trabajo de una persona. Son herramientas que permiten acceder a una nube donde reside el know-how de la empresa, desde donde se accede a los programas que hacen funcionar una corporación o desde donde se ponen en contacto sus empleados para crear, alinearse o vender sus productos. El puesto de trabajo es líquido y la mayoría de las herramientas “físicas” que se usan son fácilmente reemplazables en cualquier lugar. Lo importante son las personas y que éstas mantengan la comunicación constante, estén alineadas con los propósitos comunes, los procesos sean linealmente fiables, vendan sus productos y que el know how resida en un lugar seguro llamado nube. En la sociedad del conocimiento, en un mundo dónde los servicios de alto valor cobran más relevancia y donde la automatización sustituye los humanos en muchos centros productivos, el trabajo liquido se irá consolidando para permitir una mayor conciliación laboral-familiar, reducir commutings diarios sin sentido, y nocivos para el medio ambiente, y permitir que la gente continúe trabajando ante eventualidades como la presente así como en caso de enfermedad, catástrofes naturales o cambios de residencia repentinos. Los tiempos dónde una oficina marcaba la cultura de una empresa y/o era el elemento principal de “branding” se han acabado. Evalúe si usted necesita el espacio físico de su oficina para ejercer sus funciones y piense profundamente el valor añadido que le aporta. En los próximos meses entraremos y saldremos de las oficinas y de las aulas, haremos reuniones on-line y presenciales, hablaremos por teléfono, por teleconferencia, presencialmente, por email, whatsapp o slack. Es necesario establecer los medios para no confundir el espacio y las herramientas con nuestro valor añadido. En referencia a este último punto, evalúe el valor que le puede aportar cada canal. No transmute una forma de trabajar “física” a una virtual, piense las cosas únicas que le puede aportar cada formato y utilícelas a su favor. Si esta en una telco, puede hacer participar una persona que trabaje en la otra parte del mundo 10min, en igualdad de condiciones, para decidir un tema y después continuar con la reunión. Puede poner videos, transparencias, que la gente entre y salga, construir un documento de forma colaborativa o llamar a un experto “live” sin que le robe más tiempo del deseado. La dinámica puede ser distinta y aportar un valor diferencial. De lo contrario, cuando esperamos entender la respuesta de una persona ante un comunicado de cierta trascendencia, y queremos absorber toda la comunicación no verbal para reaccionar mejor, una reunión presencial puede ser más adecuada. El trabajo es líquido, es aquel que se mueve entre una oficina, un domicilio particular, un hospital para cuidar a una persona mayor, una segunda residencia en la playa o un hotel de negocios. Se adapta y flexibiliza para ser lo más efectivo posible en cada situación…  Además, por suerte de todos, las herramientas que lo permiten se han democratizado tanto que están disponibles para cualquiera que este dispuesto a entenderlo y abrazarlo.

El modo “innovación”: parece sensato pensar que en el periodo temporal y transitorio que viviremos en los próximos meses nuestra forma de operar deberá ser diferente para adaptarnos a los distintos cambios que ocurran en la sociedad. Nacerán y morirán servicios y empresas, el consumo se retraerá en algunos sitios o se canalizará hacia otros, los gobiernos tomaran medidas sorprendentes y algunas leyes llegaran para quedarse, los hábitos de la gente y sus miedos generaran nuevas situaciones que requerirán respuestas innovadoras… Mi propuesta sería extender los comités de “crisis” multidisciplinares creados en la primera fase del brote para evolucionarlos a un comité de innovación o adaptación hasta que tengamos una vacuna fiable y todo vuelva a la “normalidad”, o lo que signifique este término en un futuro. La lógica de la gestión efectiva a veces difiere de la lógica de la innovación creativa y es necesario tenerlo en mente para sobrevivir en un entorno cambiante. Les muestro una tabla con sus diferencias:

Asumir la incertidumbre, la capacidad de aprender, de probar, de experimentar nuevas cosas en un entorno más multidisciplinar que antes es necesario para que las organizaciones, y también las personas, puedan encontrar su sitio en esta nueva fase. Las empresas que sobrevivan y salgan reforzadas de estas situaciones serán las que tengan un pie en cada lado, las ambidiestras como lo nombran algunos profesores de estrategia. Balancear la lógica empresarial con la de la innovación será clave para el mundo de hoy y mañana hasta que entendamos como será el del pasado mañana. Piensen en esto profundamente ya que nunca tendrán un entorno tan dispuesto a aceptar los cambios como el que tenemos en este momento en la sociedad.

Para finalizar con este post me gustaría reflexionar sobre dos comentarios que oigo a menudo y que me generan contradicciones internas; “la nueva normalidad” y “ los millenials: la generación perdida”. Continuando con el balance entre optimismo y realismo, pienso que la “nueva normalidad” es la lógica evolución que ya llevábamos, pero acelerada cinco o diez años. Si piensan que el mundo será diferente gracias al virus creo que se equivocan. Todo lo que ocurrirá tenía que ocurrir, pero pasará tan rápido que muchos de los que se hubieran adaptado pasaran por una muerte y reinvención más dura. El cambio necesario llegará, pero para los menos flexibles vendrá mediante la ruptura y nueva creación en lugar de una reconversión natural. En segundo lugar, compadecerse con los millenialls por ser una generación perdida es no tener compasión por nuestros abuelos u otras generaciones predecesoras. Yo diría que los “boomers” han sido la generación de la suerte a cambio de hipotecar el futuro de las siguientes generaciones en muchos casos. Los millenials nos encontramos en una fase natural y lógica dentro de la historia de la humanidad, dónde las pandemias, las reconversiones y las desigualdades han estado presentes dado los cambios rápidos desde del Renacimiento. Si muchos emprendedores “envidiaban” a nuestros abuelos por las oportunidades que había en la posguerra española para crear empresas que ahora son la base de nuestro tejido industrial, ahora tienen su oportunidad. Si algunos pensaban que la desigualdad es endémica de nuestra sociedad fundamentada en quien tiene “el capital”, las revoluciones técnicas y tecnológicas pueden ser una oportunidad para destruir viejos sectores no adaptados y construir de nuevos en la ola tecnológica. Aunque personalmente SÍ temo los riesgos de una desigualdad creciente, una concentración de un nuevo “capital”, un mayor sesgo «laboral-intelectual” con aquellas personas que tienen esas capacidades y una deuda acarreada que nos llevará a un callejón sin salida; espero que la destrucción creativa schumpeteriana que vivimos acabará refundando un capitalismo social, donde nadie se quede atrás y donde se respete nuestro medio ambiente para el disfrute de las siguientes generaciones. Soy despiadadamente honesto e intento poner las bases para el optimismo…

Inspiración: Jim Collins

Inspiración: Jim Collins

Escritor y conferenciante sobre gestión empresarial