Realidades cuánticas y Responsabilidad Social Corporativa

12 de abril 2020, by Pau

En estos últimos días me he reencontrado con alguna lectura que tenía pendiente desde hacía cierto tiempo que ha hecho interesarme de nuevo por los descubrimientos de física teórica de principios del s.XX. Curioseando sobre el funcionamiento de los ordenadores cuánticos, cuyo futuro Google e IBM parecen liderar y ofrecerá muchas posibilidades en el medio plazo, he tenido la necesidad de releer información sobre quien eran Planck, Einstein, Bohr, Schrödinger o Heisenberg… La mecánica cuántica nació a principios del pasado siglo para comprender lo que pasaba en escalas extremadamente pequeñas o subatómicas y evolucionó muy rápidamente en los siguientes cincuenta años de la mano de algunos genios fisicomatemáticos. Para la mayoría de los mortales resulta muy difícil entender su funcionamiento ya que muchas de sus teorías y postulados son contraintuitivos a nuestra realidad, y para hacerlo más difícil, todavía no hemos encontrado una teoría global que enlace esta realidad subatómica con las leyes de nuestro mundo más “real”. El mismo Einstein murió intentándolo… Haciendo un símil económico, podríamos decir que las leyes de Newton son la “macroeconomía” y la mecánica cuántica con la ecuación de Schrödinger son la “microeconomía”, y nadie entiende de una forma clara como se relacionan estas dos disciplinas entre ellas (en economía también pasa un poco lo mismo, aunque a menor nivel). Sin entrar en mucho detalle, uno de los principales postulados de la mecánica cuántica consiste en predecir la probabilidad que una partícula se encuentre en unos lugares determinados en un momento concreto, siendo la superposición de dos estados diferentes posible (un electrón puede estar en dos lugares al mismo tiempo), hasta que interviene un observador que rompe esta condición, lo que resulta incomprensible con el uso de nuestra lógica común. Al contrario que la mecánica clásica donde un elemento está en un único punto concreto en un tiempo determinado, en la mecánica cuántica no es así. El ejemplo teórico del gato de Schrödinger (adjunto link) intenta explicar de forma didáctica como podría funcionar nuestro mundo si estuviera regido por leyes cuánticas; el gato está muerto y vivo a la vez hasta que abrimos la caja y hacemos la observación. Es complejo, pero es la mejor forma de comprenderlo hoy en día.

La introducción simplista de la mecánica cuántica la necesitaba para explicarles mi percepción actual sobre la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de muchas empresas. Aunque es un concepto que todos entendemos lo que significa de forma clara y definida (básicamente cómo ayudan las empresas de forma activa y voluntaria en mejorar la sociedad y el entorno donde operan), muchas corporaciones e individuos han optado por transformarla en una realidad cuántica; donde la superposición de estados es posible, se rige por probabilidades y sólo se rompe bajo observación. Me explico con un ejemplo muy actual. En tiempos de confinamiento y Covid 19 vemos muchas empresas con sólidas posiciones de caja han optado por despedir de forma inmediata a muchos de sus empleados, promueven expedientes temporales de regulación de empleo o realizan furloughs en Estados Unidos, aunque tenían recursos más que suficientes para aguantar una situación temporal a pesar que su actividad se paralizara total o parcialmente. Muchos han decidido externalizar el riesgo hacia sus empleados o sus Estados independientemente de su condición financiera. Acto seguido se han lanzado a comprar mascarillas, fabricar respiradores o hacer donaciones a hospitales asegurando que alguien se hacía un selfie durante la entrega del material en las puertas de los hospitales para colgarlo en sus webs. De esta forma he conseguido leer, en dos días consecutivos en las páginas de un mismo periódico, como la misma empresa decidía hacer un ERTE casi total y mantenía dividendo un día, para el día siguiente anunciar la donación de miles mascarillas en aras de ayudar a la sociedad en tiempos difíciles. Las empresas son egoístas y generosas a la vez, es la superposición de estados o la responsabilidad social de Schrödinger. Además, ante las noticias de donaciones publicadas impunemente, estiman por probabilidad, que sólo unos cuantos se darán cuenta de su incongruencia y con esta observación sus bondades podrían quedar hecha añicos. Pura física cuántica.

Sólo para matizar este ejemplo concreto, contemplo que los mecanismos para regular el empleo deben utilizarse, y están allí, para casos de necesidad donde se debe primar la supervivencia a largo plazo de la empresa, y en consecuencia el empleo y beneficios sociales que genera. Pero son muchos los que han abusado del mecanismo sin tener en cuenta que la mejor manera de ayudar a la sociedad es hacer esfuerzos para mantener los empleos y los salarios íntegros de sus empleados. Los que han gestionado mejor esta crisis, con una responsabilidad social corporativa “clásica” y congruente, salieron la primera semana y comunicaron: “tenemos dinero para aguantar hasta el día X, si la situación se alarga deberemos utilizar los mecanismos legales de regulación de empleo para no poner en riesgo la supervivencia de nuestra compañía.” Además, algunos comunicaron a la vez partidas económicas extras para hacer donaciones y primaron estas dos acciones antes de dar un dividendo suculento cuando presenten las cuentas a final de año. Independientemente de la verdad absoluta que no la sé, esta es una forma de proceder que la sociedad madura puede entender y aplaudir en tiempos extremos.

Volvamos a la responsabilidad social cuántica, recuerden: superposición de estados, decidir sobre cálculos de probabilidades y fin por observación son los tres factores comunes que creo que se deberían evitar cuando una empresa decide emprender una política en este sentido en tiempos modernos.

  • Superposición de estados: no se puede querer serlo todo a la vez, ni proclamar cosas que realmente no somos, aunque lo hagamos un día. Debemos hacer un ejercicio brutal de honestidad, consciente y reflexionada para definir lo que podemos comunicar sin fisuras (ya sabemos que la observación destruye las propiedades cuánticas). Un ejemplo a nivel individual sería la persona infiel que cuelga declaraciones de amor reiteradas a su pareja en las redes sociales. Ser fiel de dia e infiel de noche, fiel en público e infiel en privado, bueno o malo según se mire… Sin juzgar, les diría a estas personas que quieren continuar en esta línea de acción que no comuniquen lo contrario y vendan lo que no son. Su reputación a largo plazo se verá más mermada, y la gente se sentirá más traicionada, el día que se descubra. Es el procedimiento de las antiguas tabacaleras haciendo donaciones al sistema sanitario, empresas petrolíferas proclamando a toda página la limpieza del Golfo de México mientras no habían reparado la fuga, o el trato distintivo entre trabajadores internos y externos para evadir responsabilidades dañinas. La remisión reiterada de los pecados (ahora que estamos en tiempos de Semana Santa), pegar y pedir perdón constantemente, burdos lavados de cara o la superposición constante entre ser bueno o malo a la vez, forma parte de un mundo corporativo antiguo que ha pervertido muchos valores de nuestra sociedad hasta hacernos dudar de las empresas honestas. Además, y ya incidiré sobre ello más adelante, basado siempre en actividades exclusivamente de “tipo filantrópico” de corto recorrido perfectamente medido. Mi recomendación sería ser brutalmente honesto en la faceta que queremos aportar a la sociedad o comunidad cercana, empezando por áreas que creemos relevantes, por ejemplo, relación con el medio ambiente, derechos humanos y condiciones laborales directas o indirectas. En estas áreas concretas, que pueden ser transversales o particulares de una unidad de negocio, se tendrá que revisar todo de forma crítica para ser impecable en la consecución o el propósito que se quiera alcanzar, sin excepciones, con instrucciones de operación y conducta claras y con un mando firme en tiempos difíciles que no nos hagan caer en incongruencias temporales (como la empresa que les comentaba del periódico). Los individuos no alineados con estos propósitos se tendrán que ir irrevocablemente. “Se necesitan 20 años para construir una reputación y 5 minutos para arruinarla” dice Warren Buffet. Sólo estableciendo este procedimiento de revisión y auditoría constante seremos capaces de ser creíbles cuando comunicamos evitando dualidades incomprensibles como las de la mecánica cuántica. En mundo global, hipercomunicado, con billones de cámaras de grabación en nuestros bolsillos en cinco continentes, un error, la observación famosa, puede hacer caer el esfuerzo de muchos durante años. En estos días turbulentos, de cortoplacismo necesario, la tentación es fácil sino recordamos los valores que se han intentado construir. Vuelvan a la física clásica, usted siempre debe estar en un punto único y determinado en cualquier situación, sin dar lugar a dudas; será entonces cuando pueda comunicar con la cara bien alta y sin temor.
  • Cálculo de probabilidades: son muchos los libros de toma de decisiones que acuden al cálculo de probabilidades, a los famosos decisions tree con porcentajes en cada rama que se multiplican dando líneas de acción más probables en base a una estimación (pueden leer un libro genial de Charlie Munger, socio de Buffet en Berkshire, llamado Poor Charlie’s Almanack donde se explica con aplicaciones prácticas). Sin embargo, les diría que en esta materia no lo aplicaría NUNCA; esto no es una inversión, o una gestión de escenario de riesgos habitual, es una cuestión de confianza casi binaria. ¿Tomaría una decisión de comprar un coche con un 15% de probabilidad que explote con usted dentro? de la misma manera si usted trabajara en el diseño de un automóvil, ¿fabricaría un coche con un 15% de probabilidades que explote con usuarios dentro? La respuesta parece obvia; pero analizando grandes desastres de reputación corporativa vemos políticas tomadas en función de probabilidades, donde el “es muy improbable”, “es difícil que se enteren”, ”tranquilos, no pasará nada”, “va dirigido sólo a este grupo de gente”, “sólo esta única vez”, existen y son claves para determinar un futuro desastre. Ya hemos dicho que la confianza es binaria, un 90% es igual a 0%. Piense si se casaría con una persona con un 10% de probabilidades que le asesine en un arrebato de genio. Un 90% positivo a favor que no le matará es igual a un NO se casa, el cero por ciento. De la misma manera entiendo que debe funcionar las actividades de una empresa que puedan poner en riesgo a la sociedad, su reputación o una línea de comunicación que considera estratégica. No hay probabilidades, debe ser siempre 100%, siempre impecable. Piensen en esto cuando tomen miles de decisiones en su día a día; pongo algún ejemplo real: “vamos justos de dinero, obviemos este mantenimiento ya que lo hicimos el mes pasado”, “necesitamos urgente entregar esta orden, si hago esto diferente no se enterarán”, “nunca ha pasado nada, este seguro no obligatorio no es necesario”, ”esta situación puede ser peligrosa aunque improbable, mandemos el de la empresa de outsourcing”, “los números no son estos, pero si obviamos este factor cuadra un 80% de las veces”. No he querido poner nombres, pero he simulado un comentario a modo de titular que podría haber sucedido en las empresas que tengo en mente y donde ocurrió un escándalo. Esto ocurre y más a menudo de lo que nos pensamos… Para finalizar este punto, me gustaría incidir que si ocurre de forma constante es porque muchas veces es involuntario. Estamos programados para pensar en forma de probabilidades por supervivencia y, “en el fervor de la batalla”, muchos individuos pueden cometer errores inocentes que resultan fatales. Por este motivo debemos poner protocolos, poka-yokes mentales y procedimentales para evitar que un individuo, o conjunto de individuos, puedan caer en un error contrario a los valores de la compañía que hagan temblar incluso sus cimientos. Valores, procedimientos y ser binariamente impecables; no hay otra.
  • Observación: he comentado ya que una observación es la que hace caer un sistema cuántico y volverlo a las propiedades clásicas. Es la vuelta a la realidad de golpe y puede que de forma inesperada. Por este motivo tenemos que poner nuestras empresas a prueba de observaciones de todo tipo, bajo el prisma de distintos entes sociales, para poder comunicar sin temor. Si estamos seguros de lo que transmitimos lo haremos con más fuerza, y sobre todo, podremos rebatir las múltiples opiniones que desconfíen ya que están acostumbradas a RSC cuánticas. Ante estas observaciones desconfiadas, y no olvidemos también las posibles fake news, deberemos detectarlas y establecer una conversación continua con todos los argumentos que podemos sostener gracias al sistema de valores, procedimientos y garantías que hemos establecido para garantizar lo que pretendíamos conseguir. Si una observación llegada de un lugar inesperado puede hundir su reputación, debe revisar todo el proceso.

Para finalizar con este post me gustaría reincidir en el concepto de filantropía que utilizan muchas empresas y que personalmente encuentro pobre en el siglo que nos encontramos. Crear sistemas desiguales para acabar retribuyendo mediante donaciones no deja de mostrar carencias originales sin solucionar los problemas. Por este motivo me gusta referirme al Dr. Michael Porter, profesor de la Harvard Business School, que después de estudiar los sistemas competitivos y diseñar el famoso modelo de las “Cinco Fuerzas”, se dedicó a temas de Responsabilidad Social Corporativa ayudando a muchas empresas a evolucionar estos conceptos. Tuve el placer de trabajar en una de estas empresas y he profundizado en sus ideas desde entonces. Resumo la ideología del Sr. Porter en una frase pronunciada en el Foro de Davos hace varios años: “las empresas actuales deben evolucionar sus modelos de filantropía, donde simplemente comparten parcialmente el valor que crean, hacia un modelo donde crean valor compartido (económico y social) con las sociedades en donde participan”. Esto quiere decir entender el entorno donde operan, sus necesidades, cambiar las cadenas valor para integrarlas e incluso crear o modificar los productos que venden para conseguirlo. Es la reflexión profunda, evolucionada y extensa del mundo empresarial sobre “dar el pez o la caña de pescar” de toda la vida, o la transición que personajes como el Sr. Porter están impulsando; ir de la “shareholder economy” hacía la “stakeholder economy”. Para los menos familiarizados con estos términos sería el viraje de las corporaciones en rendir cuentas exclusivamente a sus accionistas o “shareholders” hacia sus “stakeholders” o todas las partes interesadas: trabajadores y sus familias, socios, proveedores, clientes, la sociedad o los gobiernos donde operan. (Piénsenlo en el contexto de debate actual que hemos comentado: dividendo vs expedientes de regulación o mascarillas). Así pues, como conclusión final les diría, si quieren implantar o modificar su política de responsabilidad social, tengan en cuenta como huir de la filantropía y la mecánica cuántica, es la única forma que la sociedad futura entienda lo que usted quiere perseguir.

Inspiración: Erwin Schrödinger

Inspiración: Erwin Schrödinger

Físico y filósofo austríaco